Un revolucionario autómata de seis patas, bautizado como Charlotte, está transformando el sector de la construcción, ofreciendo una alternativa veloz, económica y ambientalmente consciente para la creación de viviendas. Este robot, que emula la forma de una araña, se ha concebido para edificar residencias de aproximadamente doscientos metros cuadrados en un lapso inferior a veinticuatro horas, desplegando una capacidad productiva que iguala a la de un centenar de trabajadores de la construcción.
El ingenio detrás de la edificación: cómo Charlotte construye un hogar
Las empresas australianas Crest Robotics y Earthbuilt Technology son las mentes maestras detrás de Charlotte. Su propuesta llega en un momento crucial, donde la sostenibilidad y la eficiencia son imperativas. El sector de la construcción y el mantenimiento de edificios contribuyen con una tercera parte de las emisiones globales de dióxido de carbono, siendo el cemento responsable de una porción significativa, entre el siete y el ocho por ciento, de estas emisiones a nivel mundial. Charlotte se presenta como una solución multifacética, abordando tanto la escasez de mano de obra calificada y los consiguientes retrasos en los proyectos, como el impacto ambiental de los materiales de construcción convencionales, como el ladrillo cocido y el hormigón. Su método se asemeja al de una impresora 3D a gran escala, donde un sistema de extrusión en su parte inferior recolecta arena, tierra y desechos reciclables, como vidrio o ladrillo triturado. Estos materiales son luego envueltos en una malla textil y compactados para formar cordones estructurales que se superponen, capa tras capa, hasta erigir las paredes de la estructura. Este innovador proceso da como resultado muros resistentes al fuego y a las inundaciones, que no requieren cemento ni la cocción a altas temperaturas, procesos que consumen mucha energía. La movilidad de Charlotte, gracias a sus seis patas articuladas, le permite navegar terrenos irregulares sin necesidad de grúas o grandes excavadoras. Además, su diseño plegable facilita su transporte y operación en áreas remotas o afectadas por desastres naturales.
Más allá de la Tierra: las ambiciones espaciales de Charlotte
La importancia de reducir el uso de cemento radica en su proceso de fabricación, que implica calentar piedra caliza en hornos de grandes dimensiones, liberando emisiones de CO₂ tanto por la combustión de combustible como por la transformación química de la roca. Se estima que el cemento es responsable de alrededor del siete por ciento de las emisiones globales, una cifra comparable a la de algunos países industrializados. La visión de Earthbuilt y Crest es un futuro donde las viviendas se construyan con mezclas de arena, tierra local y residuos limpios, eliminando etapas industriales y reduciendo el transporte de materiales, lo que se traduciría en construcciones "carbon free" y "zero waste". Para el ciudadano común, esto significa hogares construidos más rápidamente, con menor impacto ambiental y sin la contaminación acústica y atmosférica de las obras tradicionales. La visión de Charlotte se extiende incluso al espacio. Presentado en el Congreso Internacional de Astronáutica en Sídney, el robot es considerado un candidato para futuras misiones lunares, donde podría utilizar el regolito, el polvo lunar, como materia prima para imprimir refugios y búnkeres. Este concepto se alinea con iniciativas de la NASA como el proyecto LINA, que busca construir bases lunares impresas en 3D utilizando regolito y aglutinantes poliméricos para proteger contra la radiación y los micrometeoritos. En este escenario, la ligereza, capacidad de plegado y autonomía de Charlotte la hacen ideal para entornos extraterrestres, abriendo nuevas posibilidades para la exploración y colonización espacial.
A pesar de su prometedor potencial, Charlotte es todavía un prototipo. Se requieren más pruebas estructurales, la creación de normativas específicas y la capacitación de personal para asegurar su integración efectiva en la industria. Además, es fundamental realizar análisis independientes que confirmen el ahorro real de CO₂ a lo largo de todo el ciclo de vida de estas construcciones. La irrupción de robots capaces de construir con la rapidez de cien obreros también plantea interrogantes sobre el futuro del empleo y los salarios en el sector. No obstante, sus desarrolladores argumentan que la robótica puede ser una herramienta para subsanar la escasez de mano de obra y no necesariamente un reemplazo total de los trabajadores humanos. Mientras estos desafíos se resuelven, Charlotte nos invita a visualizar un futuro donde las viviendas se erigen a partir de los recursos del propio terreno y con materiales reciclados, prescindiendo de los procesos contaminantes del cemento y de la interminable caravana de camiones. El verdadero reto radica en que esta innovación tecnológica se traduzca en una construcción genuinamente ecológica y en ciudades más habitables para las futuras generaciones. La información oficial sobre Charlotte y su sistema de impresión 3D ha sido difundida por “Earthbuilt Technologies”.